Este peregrino gallego estaba haciendo el Camino de Santiago y se le acusó de robar algo de plata, por lo que que por aquella época estaba de moda la horca. Justo antes de morir en la hora fue a ver al juez, que estaba comiendo un gallo. El gallego le dijo que como prueba de su inocencia, una vez que hubiese sido ahorcado, el gallo se levantaría y cantaría, algo imposible porque ya estaba bien hecho y era la comida que se estaba comiendo el juez. El juez no le creyó y dejó que lo ahorcaran.
En estos momentos vio que el galló se levantó y empezó a cantar, tal y como había dicho el peregrino gallego. De repente se levantó para intentar evitar que lo ahorcaran. Curiosamente el nudo de la horca no estaba bien hecho y el gallego se salvó. Finalmente resultó ser inocente y lo dejaron ir, pero no sin antes esculpir un crucero con el gallo, que desde entonces se convirtió en un símbolo de Portugal.
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